sábado, 6 de diciembre de 2008

El código genético de una canción

Cuantas veces, estando absolutamente enganchado y embrujado por una canción, he cogido mi guitarra para sacarla. Error. Nunca, y digo nunca, la canción vuelve a ser igual para mí. Ya no tendrá secretos, ya conozco la combinación de notas (su código genético) que lograba hechizarme, y eso le hace perder parte de su encanto, o por lo menos de su capacidad de hacerme sentir. Se vuelve predecible, trasparente...

Es por ello que hace tiempo decidí no tocar la canciones que me gustan mucho hasta que pasara un tiempo considerable. Después, como con una novia con la que he paseado de la mano, ya puedo llevármela al catre y descubrir sus secretos. ¿Por qué acabaré comparándolo todo con las mujeres o con el fútbol?

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