lunes, 15 de febrero de 2010

La penúltima decepción

Si alguno de vosotros, lectores de este blog, es habitual del lugar, preparaos. Porque vengo envenenao y un poco harto de todo. Y aunque la actitud de "que paren el mundo que me bajo" es muy poco madura y sobre todo impracticable, como me gustaría en este momento que no lo fuera. Que el huerto de patatas y tomates en algún lugar aislado fuese una opción viable y no todo en este mundo tuviese la etiqueta "propiedad de..." en algún lugar de su fisonomía.

Al tema, y no será el último. Desde jovenzuelo me llamó la atención el mundo de la tecnología, como a muchos de mi generación. Crecimos rodeados de Commodores, Amstrad y posteriormente cosas más avanzadas, que prometían un despertar brutal y abrumador.
Desde entonces he pasado por la gran mayoría de los sistemas. Tanto como para hacer de esto mi profesión. Después del CP/M y otros anacronismos similares, llegó Windows, y después Windows 95, y fué degenerando hasta el monstruo que es hoy. Ya con Windows 95 empecé a buscar otras soluciones, como el OS/2, algunas versiones de Linux que se me hicieron inmanejables, y al final, en un proceso evolutivo como esos que dicen los creacionistas que no existen, acabé llegando a la cima. El OS X. Un sistema más eficiente, más usable, y hasta más bonito. Y lo mejor de todo, montado en una máquina más fiable y mejor hecha. Tenía sus cosas, muchas, claro. Pero en el fondo cumplía su misión mejor que los demás.

Me di por contento, y años después llegó el momento de abandonar aquel G4 y pasar a algo más moderno. Error. Error muy muy grande.
En aquel tiempo (sacando mi vena mesianica) Apple había decidido que los portatiles "PRO" tenían que ser gigantes, y yo prefería algo más pequeño, así que me hice con el ordenador que tengo ahora mismo entre manos. Un MacBook de los blancos.
Creo que desde entonces me he arrepentido miles de veces. Y no sólo por el ordenador, que es absolutamente de juguete tanto en construcción como en especificaciones, sino por la propia compañía. Lo que había sido un modelo a seguir en cuanto a servicio técnico y asistencia al usuario se convirtió de pronto en un apéndice elefantiasico demasiado gordo como para moverse. El sistema que había sido eficiente empezó a presentar fisuras, y un día descubrí que empezaba a hacer las mismas cosas por las que años antes había buscado un camino lejos de Windows.

Éste va a ser el último Mac de mi colección, eso lo tengo claro. Y pido disculpas a aquellos que se compraron uno siguiendo mi consejo. Mea culpa. Y el problema es que ahora ya no se hacia donde mirar. No quiero ni un iLeches, ni un iPipas, ni un netNada ni nada de nada. Sólo un ordenador que haga las mismas cosas que hacía con él hace ya muchos años. Surfear un poco por internet, escribir algunos relatos cortos, y grabar mis canciones. Y lo más importante, que no me amargue la vida.

Pero se ve que eso está aun demasiado lejos en el proceso evolutivo de la informática. O tal vez los creacionistas tienen razón, todo apareció en el mundo así tal como es ahora, y entonces no sólo nosotros estaremos jodidos, sino también los que vengan después por los siglos de los siglos. Yo al menos ahí no aporto nada, pero la pena me la llevo igualmente.

Como última reflexión, me pregunto si la mercadotécnia y la burbuja económica y social a la que llamamos estado del bienestar nos han hecho creer que ya estaba todo inventado, que el mundo pertenece a las grandes corporaciones y los demás no podemos aportar nada, o simplemente que merecemos que todo se nos de hecho simplemente por existir ¿Cuando perdimos la inquietud por hacer las cosas mejor y pensamos que era mejor comprarlas ya hechas?

La excelente imagen es de lepiaf.geo.

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