Vayamos por partes, y veamos qué supone (para mí) comprar un CD:
- Pasearme por la tienda de discos sin prisas: hurgar, curiosear, descubrir, comparar... es una fabulosa forma de pasar la tarde.
- Ver cómo ese “original” adquirido luce en su lugar correspondiente (según la letra por la que empiece el nombre del grupo) en mi mueble de CDs. Sí amigos, el placer de ser propietario (para qué negarlo) de algo que mejora con el tiempo y que no tiene nadie más que yo: mi colección de CDs.
- Escuchar el CD (y digo “escuchar”, que no es lo mismo que “oir”), e ir degustándolo y descubriendo todas sus intimidades.
Nota importante: no se garantiza un resultado satisfactorio del tercer punto, lo cual desencadenaría en un fracaso en el segundo. Eso sí, esa incertidumbre le proporciona un atractivo especial al primero.
Para los que no lo entiendan y piensen que soy un freaki pirado, que piensen en por qué se gastan 25€ cenando en un restaurante, pudiéndolo hacer en casa…. no todo lo es la comida… hay algo más. Si tampoco te gusta cenar fuera, ¡tú sí que eres un freaki!
No hay comentarios:
Publicar un comentario